Nuevo día, Lucía se despertó gritando por la pesadilla que había tenido, cuando pensaba que todo había sido un mal sueño recordó lo que la noche anterior había sucedido; no era una pesadilla, era real. Se levantó asustada y se dirigió hasta el baño para lavarse la cara con agua fría y despejarse un poco. Mientras, en la habitación, Carla se despertó y al ver que Lucía ya se había levantado pensó que lo mejor sería despertar también a Paula; ese día ninguna se iría de aquella casa sin saber lo que había pasado.
Lucía se tranquilizó y volvió a la habitación, sus dos amigas la miraron preocupadas por los pequeños arañazos que se veían en algunas partes de su cara; los moratones y los rasguños que escondía debajo del pijama eran mucho peores y lo que más preocupaba a las tres chicas era el motivo de ellos.
-Lucía por favor, cuéntanoslo.
-Estamos preocupadas, entiéndenos...
-Si os entiendo Carla, pero es muy difícil.
-Yo fui capaz de contaros mis problemas. También fue muy complicado para mi, pero sé que puedo confiar en vosotras y que me vais a ayudar.
-Esta bien, os lo cuento ahora. Aunque no tengo muchas ganas de hablar de ello...
“Ayer por la tarde vosotras habías quedado con vuestros novios y yo decidí ir a tomar algo. No tenía ganas de ir a la heladería de siempre, así que fui a una pequeña cafetería que está por la parte vieja. Allí me senté y pedí un café. Vi que en una mesa había un chico guapísimo algo más mayor que nosotras y no pude evitar quedarme mirando. A los pocos minutos él se acercó y me preguntó si podía sentarse conmigo, me pareció muy majo y además guapísimo, por lo que le dije que sí. Se llama Rubén. Estuvimos hablando un buen rato y puedo aseguraros que es muy listo. Yo pensé: “listo, guapo y simpático, ¡lo tiene todo!” Sobre las siete nos levantamos y fuimos a dar un paseo, a mi me pareció la persona más amable que había conocido nunca. Cuando pasó un tiempo y empezaba a refrescar me invitó a su casa y yo le dije que sí otra vez. Caminamos un poco y unas calles más abajo tenía el coche aparcado, el chico me transmitía seguridad y confianza por lo que me monté sin preocuparme por nada. En diez o quince minutos llegamos a su casa y subimos, nos sentamos en el sofá y me besó; en ese momento yo solo pensé: “bueno, otro lío más...¡No tengo novio, qué más da!” Y entonces le seguí el juego, después estuvimos cenando allí y nos lo pasamos muy bien, no os lo voy a negar. Al terminar volvimos a sentarnos en el sofá y allí siguió besándome, pero esta vez el quería algo más. Yo me negué y él se puso como loco, comenzó a pegarme y yo me fui corriendo de la casa. Me persiguió durante un buen rato y me siguió pegando en una calle donde no había nadie. Al final, conseguí escaparme otra vez y él se marchó, yo, por si se le ocurría volver, fui como pude hasta el callejón donde me encontrasteis.”
Increíble, Lucía comenzó a llorar nada más terminar de hablar, mientras les contaba todo a sus dos mejores amigas la voz se le cortaba y muchas veces no le salían las palabras. Cuando terminó, las dos chicas se quedaron con la boca abierta; suponían que su amiga había tenido alguna pelea o algo así, pero nunca se les habría pasado por la cabeza que fuera por ese motivo. Ahora comprendían a la perfección porque Lucía estaba tan asustada y entendían que para ella era difícil hablar de eso, pero era mejor que se desahogara; y Carla lo sabía mejor que nadie.
*Espero que os guste el capítulo 31 y como siempre os digo, me gusta que comentéis y que me digáis vuestra opinión :)
Pobre lucia... :( me habria gustado mas que lo hubieras explicado un poco mas pero esta genial asi =))
ResponderEliminarPERFECTO :) No tengo más que decir jejeje =D
ResponderEliminarPero pobre Lucia, me da una pena..
Dios, es increible, aunque pobre Lu..
ResponderEliminarSiento no haber podido pasar antes por auqí!