Seguidores

viernes, 23 de marzo de 2012

Lo que dice una mirada. Capítulo 31.

Nuevo día, Lucía se despertó gritando por la pesadilla que había tenido, cuando pensaba que todo había sido un mal sueño recordó lo que la noche anterior había sucedido; no era una pesadilla, era real. Se levantó asustada y se dirigió hasta el baño para lavarse la cara con agua fría y despejarse un poco. Mientras, en la habitación, Carla se despertó y al ver que Lucía ya se había levantado pensó que lo mejor sería despertar también a Paula; ese día ninguna se iría de aquella casa sin saber lo que había pasado.
Lucía se tranquilizó y volvió a la habitación, sus dos amigas la miraron preocupadas por los pequeños arañazos que se veían en algunas partes de su cara; los moratones y los rasguños que escondía debajo del pijama eran mucho peores y lo que más preocupaba a las tres chicas era el motivo de ellos.
-Lucía por favor, cuéntanoslo.
-Estamos preocupadas, entiéndenos...
-Si os entiendo Carla, pero es muy difícil.
-Yo fui capaz de contaros mis problemas. También fue muy complicado para mi, pero sé que puedo confiar en vosotras y que me vais a ayudar.
-Esta bien, os lo cuento ahora. Aunque no tengo muchas ganas de hablar de ello...
“Ayer por la tarde vosotras habías quedado con vuestros novios y yo decidí ir a tomar algo. No tenía ganas de ir a la heladería de siempre, así que fui a una pequeña cafetería que está por la parte vieja. Allí me senté y pedí un café. Vi que en una mesa había un chico guapísimo algo más mayor que nosotras y no pude evitar quedarme mirando. A los pocos minutos él se acercó y me preguntó si podía sentarse conmigo, me pareció muy majo y además guapísimo, por lo que le dije que sí. Se llama Rubén. Estuvimos hablando un buen rato y puedo aseguraros que es muy listo. Yo pensé: “listo, guapo y simpático, ¡lo tiene todo!” Sobre las siete nos levantamos y fuimos a dar un paseo, a mi me pareció la persona más amable que había conocido nunca. Cuando pasó un tiempo y empezaba a refrescar me invitó a su casa y yo le dije que sí otra vez. Caminamos un poco y unas calles más abajo tenía el coche aparcado, el chico me transmitía seguridad y confianza por lo que me monté sin preocuparme por nada. En diez o quince minutos llegamos a su casa y subimos, nos sentamos en el sofá y me besó; en ese momento yo solo pensé: “bueno, otro lío más...¡No tengo novio, qué más da!” Y entonces le seguí el juego, después estuvimos cenando allí y nos lo pasamos muy bien, no os lo voy a negar. Al terminar volvimos a sentarnos en el sofá y allí siguió besándome, pero esta vez el quería algo más. Yo me negué y él se puso como loco, comenzó a pegarme y yo me fui corriendo de la casa. Me persiguió durante un buen rato y me siguió pegando en una calle donde no había nadie. Al final, conseguí escaparme otra vez y él se marchó, yo, por si se le ocurría volver, fui como pude hasta el callejón donde me encontrasteis.”
Increíble, Lucía comenzó a llorar nada más terminar de hablar, mientras les contaba todo a sus dos mejores amigas la voz se le cortaba y muchas veces no le salían las palabras. Cuando terminó, las dos chicas se quedaron con la boca abierta; suponían que su amiga había tenido alguna pelea o algo así, pero nunca se les habría pasado por la cabeza que fuera por ese motivo. Ahora comprendían a la perfección porque Lucía estaba tan asustada y entendían que para ella era difícil hablar de eso, pero era mejor que se desahogara; y Carla lo sabía mejor que nadie.

*Espero que os guste el capítulo 31 y como siempre os digo, me gusta que comentéis y que me digáis vuestra opinión :)

3 comentarios:

  1. Pobre lucia... :( me habria gustado mas que lo hubieras explicado un poco mas pero esta genial asi =))

    ResponderEliminar
  2. PERFECTO :) No tengo más que decir jejeje =D
    Pero pobre Lucia, me da una pena..

    ResponderEliminar
  3. Dios, es increible, aunque pobre Lu..
    Siento no haber podido pasar antes por auqí!

    ResponderEliminar