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lunes, 19 de diciembre de 2011

Lo que dice una mirada. Capítulo 2.

Era una tarde de julio, soleada y despejada, Carla veraneaba en un bonito pueblo junto al mar, cerca de la ciudad donde estaba su novio Raúl pasando las vacaciones.
Llevaban juntos 6 bonitos meses, Carla recordaba el día 8 de enero como uno de sus mejores días, recordaba sus palabras: “Hace tiempo que me fijé en ti, no puedo evitar decirte que me encanta tu sonrisa, me encantan tus ojos, me encanta tu pelo...me encantas tú”, ese día Carla sonrió como nunca lo había hecho, el chico que le gustaba desde hacía mucho tiempo le había preguntado si quería salir con él; ella asintió y sonrió mientras lentamente sus labios se juntaron, el beso más dulce que le habían dado en toda su vida.
Esos meses habían sido preciosos, Raúl es un chico alto, de pelo negro, ojos marrones y grandes y guapo, muy guapo. Era muy duro y frío con la mayoría de la gente, se quejaba cuando algo le parecía injusto y siempre le gustaba llevar la razón; pero cuando estaba con Carla todo era diferente, se comportaba amable y respetuosamente, era dulce y cercano, parecía que ella le tranquilizaba, que con ella todo iba bien. Se complementaban el uno al otro.
Recordaba un día de primavera que pasó junto a él, Raúl le preparó un día romántico; por la mañana quedaron para ir a dar un paseo, él la llevó por un pequeño camino que daba al monte diciéndole que tenía una sorpresa preparada para ella, pasaron junto a un riachuelo y allí se sacaron algunas fotos juntos, eran felices, felices como nunca lo habían sido. Llegaron a una campa verde y espaciosa, un pequeño claro en el monte donde no había nada; Raúl le tapó los ojos con el pañuelo que Carla llevaba al cuello.
  • ¿Pero qué haces?
  • Sssssss... ¡Es una sorpresa! Ahora vengo.
Después de esto el chico corrió hasta un pequeño arbusto que estaba al este del prado, cogió una mochila, que escondió allí el día anterior, y rápidamente colocó una manta con algunos tapers de comida encima; hasta aquí no era muy romántico, pero después cogió velas y rosas y rodeó la manta con ellas. Encendió las velas y se acercó a Carla.
  • Te susurro al oído que te quiero, te digo continuamente que te amo, no te lo canto porque no quiero que se nos estropee el día, pero ahora mismo lo que quiero es demostrártelo. Te voy a quitar tu pañuelo de los ojos, no quiero que te decepciones, esto no es gran cosa pero lo he hecho con todo mi cariño. De verdad, te quiero mucho cielo.
  • ¡¿Qué no es gran cosa?! Me encanta, ¡esto es genial! No tenías que haberte molestado... Te quiero tanto amor.
Después de un largo beso los dos apagaron sus móviles, decidieron que aquel iba a ser su día, los dos juntos, solos, sin que nadie pudiera molestarles. Carla le agradecía aquello una y mil veces, le había sorprendido de verdad, y eso le encantaba.
  • Estoy impaciente por probar la comida, ¡tiene muy buena pinta! ¿La has hecho tú?
  • Bueno, he ayudado, pero el mérito es de mi madre... - Dijo tímidamente mientras cogía una de las rosas y se la ponía en el pelo a Carla, ella sonrió enamorada.
  • Esto es precioso, me encantan las velas y las flores y el campo y la comida y tu... no hay nada que no me parezca maravilloso en este momento.
En ese mes de mayo el monte estaba precioso. Pasaron allí la tarde, comieron, rieron, hablaron, sacaron fotos, contaron anécdotas, se dijeron los mucho que se querían una y otra vez, escucharon música y cantaron, observaron pájaros y ardillas en los árboles, volvieron al riachuelo... Fue un día perfecto para ambos.

2 comentarios:

  1. Está muy bien tu novela, creo que estás haciendo un buen trabajo, sigue así :)¡Tengo ganas de leer el tercer capítulo!
    Una pregunta, ¿será una novela larga?
    Un beso ;D

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  2. Es una historia preciosa, tienes una imajinación increible. Creo que puedes llegar a ser una escritora, y espero poder continuar leyendo algo tan maravilloso y con tanto sentimiento. Senota que estas poniendo todo de tí y eso me gusta, mucha suerte =)

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